VARANASI

 Ciudad de muerte y de vida, sucia, santa, mentirosa, pobre, rica, artística, detritus, cercana, lejana, embaucadora, ciudad de sedas y de mangos, atractiva, repulsiva, maloliente, perfumada, así y de muchas otras maneras es Benarés (Varanasi): o la amas o la odias. Yo la amo, pero también me hastía; el yin y el yan en su máxima expresión.



Llegamos a la ciudad en un tren cama nocturno aceptablemente cómodo. A la llegada, el típico caos de las estaciones indias multiplicado por diez. Nos decidimos por un rickshaw que nos llevó por un dédalo inacabable de callejuelas hasta el hotel que habíamos elegido. Esto, que parece tan fácil, no lo es. Ellos te dicen que ese hotel es muy sucio, que está lleno, que han cerrado; cualquier cosa para llevarte al que les paga una comisión. El hotel está justo a orillas del Ganges y tiene unas impresionantes vistas sobre la ciudad y el río.

La primera toma de contacto, un paseíto por los gaths hasta el de Manikarnika, donde se celebran mayoritariamente las cremaciones. No permiten hacer fotos, pero ellos sí que las hacen; incluso de grupo levantándole un poco la cabeza al muerto para aparecer todos sonrientes en compañía de su finado. En fin, otra manera de ver la muerte/vida. De todas formas, hay cosas que te las llevas en la retina y se quedan sólo para ti.



 

La espiritualidad lo empapa todo conviviendo codo con codo con el más puro engaño. Dónde acaba uno y empieza el otro es una delgada línea difícil de reconocer.

Aparte del río, Benarés tiene unos cuantos templos interesantes, como el Durga temple del que no se pueden tomar fotografías.

El templo más famoso de la ciudad, el golden temple, se encuentra en el centro de casco antiguo de la ciudad dentro de una auténtica maraña de callejuelas. El templo está vigiladísimo por la policía en todos sus accesos y es absolutamente inaccesible a los extranjeros. Todo esto obedece a los dos sangrientos atentados que ha sufrido en los últimos años. De todas formas el paseo por el viejo mercado es altamente recomendable y lleno de regalos para el tacto, el olfato, la vista , el oído, el olfato y el gusto.

El segundo día tocó madrugar para embarcarnos en un frágil esquife a las 6 de la mañana desde el cual vimos el amanecer sobre el río y los complicados ritos que llevan a cabo los devotos. Ésta es una experiencia que difícilmente puedes olvidar.

¿Qué se hace tanto tiempo en Benarés? Absolutamente nada. Lo más excitante consiste en sentarse tranquila i discretamente en una escalinata de cualquier  gath y ver la vida (y la muerte) pasar.

Ayer visitamos uno de los principales centros budistas, el lugar donde Buda dio su primer discurso (lección, disquisición, elucubración…).



Escribo desde el aeropuerto de Benarés , que ya no es aquel apeadero de tren regional que yo conocía, esperando el vuelo que nos llevará a Kathmandú. Desde allí haré la próxima entrega. Espero poder publicar este post al llegar al hotel.

El capitán de hoy será el señor que nos condujo con firme pulso a través de las procelosas (y sucias) aguas del Ganges:

ASÍ EMPEZÓ TODO: En 1959 el gran Ray Cahrles edita el tema what I'd say, tema que, más tarde sería versioneado por multitud de artistas de todos los estilos.

Sed malos, pero que no se entere Kali, que tiene mala leche.

PS.- Me había olvidado hasta ahora de agradecer la estupenda colaboración fotográfica del almirante José Miguel que ha contribuido al blog con la mayoría de las mejores fotos que estáis disfrutando.